Se lee en las noticias de los últimos días que oficialmente un cuarto de millón de armas circulan de forma ilegal en Guatemala. Haciendo el análisis a fondo sobre lo reportado por MINIGUA de que en el país circulan 2 millones de armas de fuego y que el ahora secretario de la Paz, Orlando Blanco, “considera” que en Guatemala circulan más de 1,5 millones de armas ilegales, y anota que sólo en 2007 ingresaron al país unos 54 millones de dólares en municiones tantos legales como ilegales, estamos hablando cifras que a mas de aclarar, confunden abusivamente.En esta confusión de cifras en cuanto armas ilegales circulando en Guatemala, desde el DECAM con sus 250,000, MINIGUA con sus 2 millones y la Secretaria de Paz con su 1,5 millones, podemos fácilmente asegurar que andan por ahí al menos 1,250,000 armas ilegales.
Aunque el jefe del DECAM, David Barrientos, explicó que esa dependencia tiene autorizada la tenencia de 50,000 de las 300.000 armas autorizadas por ese departamento, eso no implica ningún tipo de seguridad o certeza de que en realidad esos números sean realmente ciertos. ¿Quién audita al DECAM?
En un país de 14 millones de habitantes donde el 85% de los crímenes diarios se cometen con armas de fuego - según el mismo jefe del DECAM - esos números y porcentajes son algo abominable y no es ninguna sorpresa que día a día la violencia sea tan rampante si se entregan permisos de portación de arma a diestra y siniestra y se autoriza la importación de armas sin ningún tipo de preocupación sobre las consecuencias que esa irresponsabilidad ha tenido directa e indirectamente sobre la población.
El estado está obligado a revisar cada uno de esos permisos de portación emitidos, así como también revisar la tenencia ilegal de las armas autorizadas para su importación y reducir o eliminar la portación de armas de forma autorizada, no digamos ilegalmente, por civiles. No podemos vivir sometidos a la violencia legalizada que definitivamente no garantiza ninguna seguridad, ni para los que portan esas armas de forma legal, como para el resto de la ciudadanía que vive el suplicio del armamentismo patrocinado por el estado.

